Te crees que lo sabes todo, pero no sabes nada. Para mí no es más fácil que para ti, por muy lejos que vaya a estar. Nunca lo creíste, pero tú te has escondido en un rincón tan profundo de mi corazón como yo en el tuyo. Y digo esconder, porque eso es lo que hemos hecho ahora: escondernos en el corazón del otro para recordarnos continuamente lo que tuvimos y no debimos haber perdido.
Son tantas las palabras, tantas las ideas... Cada vez que hablo contigo, siento que elijo las palabras equivocadas, que no digo lo que realmente quiero decir, pero supongo que eso ya no será más un problema. Ojalá lo fuera.
Ahora es decisión tuya. ¿Quieres llevarme a una de aquellas tardes de verano?

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