
Recordaba perfectamente el día en el que había olvidado cómo hacer aquello que se le daba bien. Había olvidado cómo preparar los batidos con
chocolate espolvoreado por encima. Había olvidado cómo regar su
planta para que mirara con determinación al sol. Había olvidado cómo
correr bajo la lluvia una tarde de verano. Había olvidado cómo
cantar hasta quedarse sin voz. Había olvidado cómo
escribir unas líneas y sentirse liberada. Había olvidado cómo
conocer a alguien con la mirada. Había olvidado cómo
descifrar el intrincadamente simple
pensamiento humano. Había olvidado cómo utilizar su segunda
lengua como la primera. Había olvidado cómo cerrar los ojos y comenzar a
vivir. Había olvidado cómo decir la
verdad.
Había olvidado cómo
saborear cada instante.
Había olvidado cómo
latía su corazón cuando
le veía.
Había olvidado cómo
sonreírle a la vida.
Había olvidado quién era.